Estableciendo las reglas del juego

Escrito por el Mar 7, 2012 en A los Municipios y Alcaldías, Documentos | 0 comentarios

Según Boix, los sistemas electorales resultan de las decisiones que toman los partidos gobernantes para maximizar su representación, o dicho de otra forma, de los cálculos de los partidos gobernantes.

El artículo de Boix dibuja un mapa de las condiciones sobre las que los partidos gobernantes, anticipando los efectos de los distintos sistemas electorales sobre el comportamiento de los votantes y de los candidatos, se deciden por un determinado paquete de reglas electorales en aras de maximizar sus posibilidades de conseguir representación parlamentaria y cargos en el gabinete. Más allá de la validez y la capacidad explicativa del modelo propuesto por Boix, la riqueza de este trabajo reside en poner el acento sobre la naturaleza política de la ingeniería institucional.

El estudio de los sistemas electorales dentro de la disciplina politológica se ha enfocado básicamente desde dos perspectivas fundamentales. La primera aborda el análisis de las reglas del juego electoral estudiando sus efectos sobre el sistema político y sus distintos componentes: ya sea la dinámica parlamentaria, las relaciones ejecutivo legislativo, la configuración del sistema de partidos o el funcionamiento interno de estos últimos. La segunda torna la atención hacia cómo un contexto político determinado y los actores que de él participan influyen sobre la definición, redefinición o mantenimiento de las reglas del juego electoral. La primera perspectiva pues, trata al sistema electoral como variable independiente, mientras que la segunda lo sitúa como variable dependiente.

El trabajo que nos ocupa, se inserta en la segunda perspectiva de análisis e indaga sobre cómo los cálculos de los actores estratégicos de un determinado sistema (los partidos dominantes) actúan sobre el cambio institucional que supone un transformación en las reglas del juego electoral. De este modo, según Boix, los sistemas electorales resultan de las decisiones que toman los partidos gobernantes para maximizar su representación, o dicho de otra forma, de los cálculos de los partidos gobernantes. El artículo de Boix dibuja un mapa de las condiciones sobre las que los partidos gobernantes, anticipando los efectos de los distintos sistemas electorales sobre el comportamiento de los votantes y de los candidatos, se deciden por un determinado paquete de reglas electorales en aras de maximizar sus posibilidades de conseguir representación parlamentaria y cargos en el gabinete.

Los gobiernos en el poder diseñan las reglas electorales que mayores beneficios les reporten anticipando las consecuencias de coordinación política que de ellas puedan resultar. Boix simplifica los dos escenarios posibles ante los que los partidos en el gobierno tienen que decidir si el cambio de las reglas electorales les es o no beneficioso.

(i) Cuando no se producen cambios en la arena electoral, o dicho de otra forma, no queda alterado el mapa de actores políticos en el ámbito electoral, y el sistema electoral vigente beneficia a los partidos en el poder se da un escenario favorable al mantenimiento de las reglas del juego electoral.

(ii) Cuando se producen cambios en la arena electoral debido a la entrada de nuevos votantes o como resultado del cambio de preferencias de los votantes, se dibuja un escenario proclive a que los partidos gobernantes modifiquen el sistema electoral.

En el momento en que la situación de la arena electoral experimente cambios, el gobierno y los partidos que lo ocupan empiezan a considerar la posibilidad de alterar el sistema electoral. Si los partidos en el gobierno calculan que el comportamiento estratégico de los votantes no va a ir en beneficio de su posición dominante, el gobierno tiene incentivos para mantener o introducir importantes barreras para entrar en el juego electoral, lo que se traduce fundamentalmente en la introducción de un sistema mayoritario.

Por el contrario, si los partidos en el poder estiman que el sistema vigente puede inducir a un comportamiento estratégico de los votantes y las elites que erosione su poder en el parlamento, se produce un escenario en que los incentivos se dirigen a cambiar las reglas vigentes hacia una mayor proporcionalidad, o a reducir los lindares y las barreras de la arena electoral. El ejemplo de la introducción del sistema de sufragio universal es muy explicativo. El sistema electoral se mantuvo inalterable durante la época del sufragio limitado. No obstante, en cuanto se adoptó el sufragio universal, conducente a una entrada masiva de electores de orientación política izquierdista, y por ende, cuando tuvo lugar un cambio radical en la arena electoral, las elites del momento optaron por distintas alternativas.

(i) El sistema mayoritario sobrevivió bajo dos circunstancias distintas:

1) cuando la entrada de nuevos electores produjo cambios no significativos, y,

2) cuando aun produciéndose cambios sustantivos en la arena electoral con la entrada de nuevos votantes, uno de los partidos tradicionales no socialista mantuvo una posición dominante.

(ii) La introducción del sistema proporcional tuvo lugar en los países en los que los partidos socialistas ganaron una posición estratégica. Sobre la base de estas hipótesis, Boix propone un modelo para explicar si los cálculos de los partidos en el poder conducen o no a la introducción de un sistema proporcional desde una situación inicial, o un escenario de partida con sistema mayoritario.

Variables: (i) Proporción de votos socialistas

(ii) Número efectivo (N) de partidos tradicionales

(iii) Amenaza = término interactivo (interactive term) de las dos primeras variables.

(iv) Año de introducción del sufragio universal masculino.

Aunque las dos primeras condiciones pueden explicar por sí solas el porqué de la introducción del sistema proporcional por parte de los partidos en el poder, una situación en que se den ambas condiciones extremas (niveles altos de voto socialista o un grado extraordinario de fragmentación entre los partidos tradicionales) es francamente excepcional.

Al principio del periodo de entreguerras, el promedio de voto socialista estaba en torno al 22,5 % y el promedio del número efectivo de partidos no socialistas rondaba el 3. Por ello, es razonable pensar que el proceso de transformación de los sistemas electorales resultó, fundamentalmente, del efecto combinado del nivel de presencia del voto socialista junto con el nivel de fragmentación de los partidos tradicionales.

Más allá de la validez y la capacidad explicativa del modelo propuesto por Boix, la riqueza de este trabajo reside en poner el acento sobre la naturaleza política de la ingeniería institucional. Contrariamente a lo que sustentan los planteamientos más cartesianos, la adopción de determinados arreglos institucionales no responde siempre al cálculo racional de expertos políticamente neutros. La construcción institucional es, más bien, un proceso de largo alcanza fuertemente emparentado con el conflicto social, donde hay perdedores y ganadores que pugnan por cambiar el equilibrio institucional para maximizar sus beneficios.

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